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  • Cúcuta, Mayo 5 de 2016 PALABRAS DEL PRESIDENTE JUAN MANUEL SANTOS EN LA INSTALACIÓN DEL FORO NACIONAL DE DIPUTADOS POR LA PAZ Y LA DEMOCRACIA

Cúcuta, Mayo 5 de 2016 PALABRAS DEL PRESIDENTE JUAN MANUEL SANTOS EN LA INSTALACIÓN DEL FORO NACIONAL DE DIPUTADOS POR LA PAZ Y LA DEMOCRACIA

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Foto: Juan Pablo Bello - SIG.

 

​Los diputados representan la esencia de nuestro sistema político, son en cierta forma el polo a tierra, son los que están en permanente contacto con las necesidades del pueblo colombiano, no solamente en las ciudades sino sobre todo en las regiones, muchas de ellas nunca tienen vocería, son ustedes sus voceros.


Y se han reunido en esta ocasión con un lema muy pertinente, muy  apropiado, muy oportuno: Foro Nacional de Diputados por la paz y la democracia. Son dos conceptos que son hermanos gemelos, no hay verdadera democracia si no hay paz y no habrá nunca paz si no hay una verdadera democracia.


Por eso les agradezco tanto esta oportunidad para dirigirme a ustedes en este momento histórico de nuestra historia, para  expresarles lo que siento, lo que veo, sobre todo cómo podemos trabajar juntos a favor del pueblo colombiano, sobre todo a favor de sus hijos, mis hijos, las próximas generaciones.


Yo sé que hay muchas necesidades en el país, eso es la esencia misma de las democracias, de la vida humana, y los gobernantes siempre estamos enfrentados a una situación que es una regla permanente. Así ha sido a través de la historia, siempre habrá más necesidades que capacidades de los gobiernos, sean nacionales, sean departamentales, sean municipales, de satisfacer esas necesidades.


Por eso alguien decía: el arte de gobernar es muchas veces simplemente la escogencia de entre muchos males el mal peor, o es también, decían otros, el arte de priorizar, porque no se puede satisfacer a todo el mundo, no hay capacidad, no hay recursos.


Y eso le sucede a todos los gobernantes; me está sucediendo a mí en este momento, les ha sucedido a mis antecesores y les sucederá a los presidentes futuros.


Lo importante es poder escoger bien esas prioridades y poder satisfacer el máximo de las necesidades que el pueblo está exigiendo, y eso es lo que hemos venido haciendo en estos cinco años y medio.


Lo aparentemente irónico es que entre más resultados se producen, muchas veces más expectativas se crean, y la gente con razón exige más; por ejemplo, cuando saca uno a la gente de la pobreza; la pobreza es una trampa donde muchos se perpetúan en la pobreza y creen que nunca pueden salir de ella. Si hay la posibilidad de sacar a una persona, a una familia de la pobreza, descubren que sí pueden progresar y comienzan a exigir más; cuando llegan a la clase media exigen aún más, eso es parte inherente de la democracia.

 
Todos los días tenemos que ir fortaleciendo, construyendo y  haciéndola más efectiva. Yo veía unas encuestas que salieron esta mañana; decía que el pueblo colombiano cree que la economía no está mejorando, está empeorando: 82 por ciento. Leía yo al mismo tiempo esta mañana el informe que dieron sobre cómo va la economía unos analistas internacionales; decía yo: qué desconexión.


Mientras unos dicen: Colombia está perfilada como el país más exitoso de América Latina: los indicadores de crecimiento industrial, de crecimiento de sectores clave de la economía, el manejo que se le ha dado a la baja del precio del petróleo, el manejo que se le ha dado a la inflación, que se ha disparado por el Fenómeno del Niño y por la situación de la devaluación.


Todo eso dice: Colombia va en el camino correcto y se va a volver a colocar en la posición de líder de toda la región, que está en unos problemas muy serios.


Pero uno ve, por otro lado, la percepción de la gente diciendo: la economía va mal. Y cuando uno comienza a escudriñar esas cifras, comienza a ver unas contradicciones enormes. La gente dice: ¿cómo va el suministro de agua, por ejemplo? No, eso va muy mal. Pero uno le pregunta a la gente y dice: yo sí tengo agua suficiente. Y hay 5 millones de colombianos que hoy tienen agua, que no tenían hace 5 años.


Lo mismo sucede con el alcantarillado, lo mismo sucede con el mismo empleo, que hemos venido reduciendo, pero por supuesto que todos los que están desempleados o todos los que  tienen un puesto que no saben si lo van a mantener durante mucho tiempo, entonces están nerviosos y quieren más políticas de empleo; eso es normal, eso es parte esencial del sistema democrático.


Esas mismas encuestas que dicen que la economía va mal, le preguntan a la persona individualmente: ¿usted está mejor o peor que hace tres o 5 años? Y esa persona dice: no, yo estoy mejor. Un porcentaje amplísimo. Entonces hay unas contradicciones de fondo en la percepción de la gente frente a las realidades.


Eso pasa, queridos diputados y diputadas, con el proceso de paz,   exactamente eso está pasando con el proceso de paz: hay una desconexión total entre la percepción del país y de la realidad y las mismas encuestas lo dicen. Por ejemplo, le preguntan a la gente cómo va el proceso de paz con las Farc: el 66 por ciento dice que va por mal camino. Pero, peor aún, si uno le pregunta: ¿usted cree que vamos a firmar este año con las Farc?, el 71 por ciento dice que no, que no vamos a firmar.


Pero miren la contradicción. Cuando uno les pregunta: ¿usted votaría a favor de un acuerdo de paz?, los que están a favor más que duplican a los que están en contra.

Entonces me decía el señor presidente de la confederación que ustedes los diputados quieren convertirse en soldados de la paz, no en diputados de la paz sino en soldados de la paz. Yo acepto irrevocablemente, con entusiasmo, ese reclutamiento.

Para ser buen soldado se requiere tener, en este caso, unas buenas armas y una buena munición. Se requiere, como cuando uno entrena a los soldados allá en Tolemaida, uno tiene que dotarlos más bien.


Por el lado de la protección social, ya convenimos con los presidentes de las asambleas en una reunión, hace unos minutos, que el 20 de julio vamos a presentar el proyecto de ley… No me agradezcan a mí, no estoy haciéndoles un favor, estoy simplemente cumpliendo lo que juré cumplir, que es la Constitución. La Constitución en la que dice que ustedes deben tener las prestaciones sociales, y las van a tener.


Pero en esta batalla por la paz, en lo que queda, también es importante que ustedes entiendan el proceso para poder ir a donde los ciudadanos, sus electores y sus no electores, al pueblo colombiano, y llevarles el mensaje correcto: explicarles, hacer pedagogía, que es lo que ha faltado en este proceso.


Por eso permítame brevemente hacer un recuento para que ustedes entiendan, internalizar cómo ha sido este proceso y por qué este proceso va ser tan benéfico para el país, por qué este proceso va a cambiar la historia del país.


Aquí también se dijo: qué oportunidad nos ha dado Dios de estar presentes en este momento histórico, ustedes como diputados y yo como presidente trabajando juntos para cambiar la historia de este país.


Pero para eso tenemos que seguir trabajando y tenemos por delante unos retos muy importantes. Por eso es que quiero explicarles el proceso: cómo ha evolucionado y para dónde va, qué es lo que tenemos que hacer para que eso se consolide realmente.


El proceso se inició el 7 de agosto del 2010, cuando dije yo en la Plaza de Bolívar que la llave de la paz no estaba en el fondo del mar, que yo la tenía en mi bolsillo, y que la abriría en el momento en que las condiciones estuvieran presentes.


Mensaje fue, mensaje vino, se inició el proceso y se comenzó hacer una planeación muy, muy detallada. Lo primero que hice fue asesorarme de personas que hayan participado personalmente en procesos de paz en otras partes del mundo; gente que haya tenido experiencia práctica.


Entonces llamé a un asesor o un gran ciudadano británico que fue el negociador en el proceso de paz con el IRA, llamé a un excanciller israelí que fue el arquitecto del acuerdo de Camp David entre Palestina e Israel, llamé a un comandante de la guerrilla salvadoreña que fue negociador principal en el proceso de paz de El Salvador, y llamé a otros asesores expertos en negociación.


Y desde el primer momento nos sentamos a planear, a diseñar esa hoja de ruta, y cada paso que dimos lo dimos a conciencia, analizado. Y establecimos desde un principio que lo más importante, el 50 por ciento de la negociación en cualquier conflicto armado en el mundo, había sido agenda.


Acuérdense ustedes que en el Caguán no se logró después de 4 años ni siquiera acordar un punto de la agenda. Por eso iniciamos el proceso en una fase secreta, estableciendo la agenda, los puntos sobre los cuales, si nos poníamos de acuerdo, terminaba el conflicto. Fue una negociación secreta pero muy importante. Y finalmente llegamos a esos puntos. 


También lo hicimos en forma secreta porque yo entré a este proceso con un inmenso escepticismo, como lo tenían todos los colombianos y todavía lo tienen todos los colombianos, porque si no el 66 por ciento no pensaría que no se va a firmar ese acuerdo.


Entre con escepticismo y entre también con garantías, por eso también muchos me reclaman que por qué no negocié desde el principio el cese al fuego bilateral. Porque yo no estaba seguro de que ellos en esta ocasión sí nos fueran a jugar limpio. Y que de pronto nos iban a volver a repetir lo que nos habían hecho en el pasado, tantas veces, de dejarnos colgados de la brocha y ellos tomando ventaja militar y política en el proceso.


De manera que ahí comenzó esa fase secreta, logramos esos 5 puntos y anunciamos el año 2012, a finales, la fase pública, era la negociación propiamente dicha de los 5 puntos de la agenda.


Quiero recordarles –eso es muy importante- cuáles son esos 5 puntos, cuál va a ser el beneficio de esos puntos, y por qué mucho de lo que se está diciendo no tiene nada que ver con la realidad, porque si ha tenido este proceso algo permanente son unos francotiradores, que a base de desinformación han querido desvirtuar este proceso, satanizarlo, envenenarlo en la mente de los colombianos. Y la verdad es que han sido en cierta forma efectivos, porque todavía hay mucha gente confundida, y por eso la labor de ustedes, de soldados y profesores haciendo pedagogía en este momento, es tan importante.


El primer punto, el punto del desarrollo rural, no es nada diferente a lo que el campo colombiano necesita, un campo que entre otras razones por presencia del conflicto ha estado abandonado.


Por eso allá se concentra la pobreza, la desigualdad, la violencia, se concentra también el atraso, y por eso el conflicto ha sido en cierta forma responsable de que el campo haya sido abandonado, es un círculo vicioso: no hay inversión, no hay presencia del Estado porque hay conflicto, y hay conflicto porque no hay presencia del Estado. Eso había que romperlo.


Lo que hicimos fue acordar el plan de desarrollo, bienes públicos, más hospitales, más colegios, carreteras, proyectos productivos para el campo colombiano. ¿Para qué? Para poder atender esas zonas que han estado tan abandonadas por consecuencia del conflicto, y no solamente esas zonas, todo el campo.

 

No vamos a expropiar a nadie, como se ha dicho, porque afortunadamente en Colombia tenemos campo para todos. No vamos a quitarle a un agricultor que está cosechando su tierra legalmente, ni un centímetro de su tierra. Todo lo contrario, él va a resultar beneficiado, porque posiblemente le llegará una mejor carretera, porque posiblemente sus hijos podrán ir a un colegio más cercano. El campo colombiano va ser el gran beneficiado de este proceso de paz.


El segundo punto, el punto que se llamó partición política, tiene mucho que ver con el titular de esta reunión, de este evento: democracia, más democracia. Zonas que han estado sub-representadas también por presencia del conflicto. Y ahí lo único que se ha negociado es una profundización de nuestra democracia con instrumentos y con decisiones, que son unas decisiones y los instrumentos normales en cualquier discusión, en cualquier democracia.


Usted no va a Europa hoy en día, con las democracias mucho más maduras que la nuestras, y están discutiendo lo mismo, cómo le damos más representación, cómo, por ejemplo, fortalecemos el estatuto de la oposición. Otro de los mandatos de la Constitución del 91 que no se ha cumplido. Aquí debería haber un estatuto de la oposición, pues acordamos que sí, que va a haber un estatuto de la oposición.


Que unas zonas van a tener una representación temporal, elegidas por los habitantes de esas zonas que nunca han tenido una representación por presencia del conflicto. Sí vamos a tener unas zonas donde pueda haber una representación, por ejemplo, en la Cámara de Representantes durante uno o dos periodos, eso todavía está por negociarse.


Pero eso no necesariamente son representantes de las Farc, porque puede suceder lo que sucedió en San Vicente del Caguán, que era el corazón de un territorio dominado por las Farc y allá ganó un alcalde totalmente opuesto a las Farc. ¿Por qué? Porque muchas veces la gente se rebela contra lo que lo ha dominado durante tanto tiempo, y lo ha dominado a punta de fusil y no a punta de convencerlos a las buenas. De manera que ahí no hay nada diferente de una profundización de nuestra democracia.

El tercer punto, que tiene mucho que ver, querido gobernador, usted preguntaba la parte de los cultivos ilícitos, yo insistí hasta la saciedad, en esa fase secreta, que se incluyera el tema del narcotráfico. ¿Y por qué lo hice? Porque el narcotráfico ha sido el combustible de toda la violencia que este país ha sufrido durante los últimos 30 ó 40 años. No solamente las Farc, todos los grupos violentos de una u otra forma se alimentan y se han alimentado del narcotráfico.


Somos y seguimos siendo el primer exportador de cocaína en los mercados mundiales hace 35 años, y ese ha sido un flagelo que nos ha costado muchísimo en todo sentido. Y si las Farc eran una organización con poderío militar defendiendo ese negocio, pues había que poner en esa agenda, si tenemos paz, que ese negocio tiene que terminar desde el punto de vista de las Farc. Finalmente lo logramos.


Ahí se nos abre una oportunidad que nunca habíamos tenido antes; por ejemplo, yo he venido combatiendo el narcotráfico hace muchísimos años como Ministro de Defensa, como Presidente y desde antes como Ministro de Hacienda, persiguiendo el lavado de activos, y me convencí de que ahí había que hacer unos cambios de fondo en la forma como luchamos contra el narcotráfico.



Por eso llevé a Naciones Unidas la semana pasada una propuesta diferente, por eso lo propuse en la Cumbre de las Américas. Finalmente el mundo está cambiando en ese sentido, pero mientras tanto nosotros seguimos aquí sufriendo ese flagelo. ¿Y por qué suben los cultivos ilícitos, que son como una oscilación? Porque nunca hemos sido realmente efectivos. 



No lo podemos ser, ¿por qué? Porque llega el Ejército, llega la Policía, con erradicadores, a esas zonas que son zonas de conflicto, donde no hay presencia del Estado, van y son recibidos por francotiradores, minas antipersonal, el costo en vidas es altísimo, erradican una o 20 hectáreas, se van porque no pueden quedarse ahí, y al otro día vuelven y vuelven a sembrar, inclusive renuevan las siembran con matas de coca más productivas.


De manera que si logramos romper ese vínculo entre Farc y cultivos ilícitos, ahí sí tendremos la oportunidad de llegar a esas zonas, gobernador, aquí por ejemplo en el Catatumbo. Usted me preguntaba: ¿qué hacemos por ejemplo con los campesinos? Precisamente podemos llegar con proyectos productivos, con carreteras para que esos productos puedan salir a los mercados y darles una verdadera alternativa, cosa que nunca habíamos podido hacer antes porque el conflicto no permitía.


Tenemos una oportunidad de oro, por primera vez, apenas firmemos, y ya estamos haciendo unas pruebas piloto con las Farc. Y ahí gobernadores, alcaldes y toda la institucionalidad tienen que participar. ¿Cómo van a relacionarse con las comunidades que hoy están cultivando coca? Pues con un diálogo social, como debe ser, como la democracia lo impone. Y ahí tendremos una oportunidad de oro de dejar de ser el primer exportador del mundo de cocaína a los mercados internacionales. Pero sobre todo imagínense lo que eso significa para la tranquilidad de este país, porque, repito, el narcotráfico ha sido el combustible de toda esa violencia que hemos sufrido en estos últimos años, últimas décadas.

 

Luego viene el otro punto, el punto de las víctimas, sus derechos, ese era el punto más complicado, lo ha sido así en todos los procesos de paz: el respeto por los derechos de las víctimas, pero sobre todo el tema de la justicia. Yo tomé una decisión desde el comienzo del proceso, porque veía esas miles, millones de víctimas de este conflicto que estaban totalmente desamparadas, que no tenían ninguna protección.


Y me di cuenta de que si queremos una paz que sea estable y duradera, a las víctimas hay que resarcirlas en alguna parte, hay que tenerlas en cuenta y hay que reconocerlas; por eso nos atrevimos, iniciativa además del senador Cristo, a hacer aprobar la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, en medio del conflicto. Y fue tan sorpresivo para el mundo entero, que el propio Secretario General de Naciones Unidas vino a la promulgación de esa Ley y dijo: esto es insólito, esto es audaz, esto es algo sin precedentes y algo muy positivo; usted, presidente Santos, está comenzando a cicatrizar las heridas antes de que termine el conflicto, me le quito el sombrero. Y aquí vino, ahí estuvo presente.


Y comenzamos ese proceso, ya llevamos prácticamente 600 mil víctimas reparadas; en el mundo entero eso nunca se ha visto, ni siquiera el 10 por ciento de lo que hemos ya reparado, en ningún otro conflicto han reparado tanta gente.


De manera que las víctimas las colocamos en el centro de la solución del conflicto, sus derechos, su derecho a la verdad; muchas veces la víctima lo único que necesita es que le digan dónde está su hija, dónde está su mamá, dónde está su hermano, por qué lo mataron; con eso quedan satisfechas.


El derecho a la reparación; una reparación siempre por naturaleza es simbólica, porque cuánto vale una hija, cuánto vale un hijo, cuánto vale un ser querido, eso no tiene precio; pero es un reconocimiento a la víctima; la víctima cambia totalmente de actitud cuando la reconocen; solamente el reconocimiento, solamente que se inscriban,  muchas veces ya les cambia la actitud.


El derecho a la justicia. Monseñor, usted lo entiende muy bien, mejor que nadie, porque la Iglesia Católica en eso tiene un enfoque que es muy parecido al enfoque que la justicia transicional impone en estas circunstancias; y aquí yo he tenido una lección de vida, yo pensaba que las víctimas iban a ser las más vehementes, las más opositoras en el momento en que llegáramos a discutir los beneficios jurídicos para la guerrilla en este proceso a cambio de que dejen las armas. Yo tenía esa mentalidad de que la justicia tiene que ser vengativa, y que por eso las víctimas iban a oponerse. Pues bien, estaba totalmente equivocado.


Las propias víctimas me han enseñado a mí que la situación es al contrario; lo que he aprendido en las muchas lecciones en este proceso y en las muchas canas que me ha producido, es que las víctimas son las más generosas, las más propensas a reconciliarse, las más propensas a perdonar.


En este momento, hoy aquí, que estamos nosotros reunidos, está en Bogotá Ingrid Betancourt; vino por primera vez después de su secuestro, a un seminario sobre la reconciliación, y lo primero que dijo es: “Estoy lista a perdonar”. Todo ese sufrimiento que tuvo.


Acabamos de poner al exgobernador del Meta como Director de la Unidad de Víctimas: siete años secuestrado, dispuesto a trabajar por la paz, porque está dispuesto a perdonar.


Y no solamente a perdonar, porque aquí también, que eso quede muy claro, no va a haber perdón y olvido para aquellos que han cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad; o sea, aquí no va a haber impunidad, como muchos dicen, aquí no va a ser una paz con impunidad; los que han cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad van a ser investigados, juzgados, condenados y sancionados.


Esa sanción tiene unos componentes diferentes a la justicia vengativa, a la justicia solamente punitiva. Tiene unos elementos de justicia punitiva, pero también de justicia restaurativa, de justicia restauradora. Esos elementos son elementos que están dentro de la justicia transicional.


Y lo que se negoció no tiene precedentes en el mundo; nunca antes dos partes que estaban en guerra se ponen de acuerdo para crear una justicia especial y someterse a esa justica, eso nunca había sucedido. Siempre venían Naciones Unidas o Estados Unidos o Europa e imponían una justicia; en esta ocasión fue producto del acuerdo. Por eso el mundo entero está tan ilusionado con este proceso en Colombia.

Por eso suceden cosas como aprobar por unanimidad, en tiempo récord, ni más ni menos que la instancia más importante de todo el mundo, que es el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una resolución, un mandato, para que Naciones Unidas ayude a la verificación y al monitoreo de los acuerdos.


En 70 años que lleva Naciones Unidas, solamente en 14 ocasiones se han emitido resoluciones por unanimidad. Esta ocasión fue por unanimidad y en tiempo récord, nunca se había aprobado una resolución tan rápida.


¿Y por qué? Yo personalmente me comuniqué por teléfono o personalmente con el presidente de Rusia, estuve con él personalmente, con el presidente de China, con el presidente Obama de Estados Unidos, con el presidente Hollande, inclusive estuve con él hablando por teléfono 20 minutos antes del ataque famoso que hicieron en el estadio allá en París. Con el primer ministro británico. Con los cinco países que dominan y tienen asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Y todos me dijeron: mire, rogamos a Dios, estamos ilusionados de que Colombia sea exitosa, porque necesitamos un ejemplo exitoso de tantos conflictos que el mundo está viviendo.


El mundo entero nos está observando con mucho entusiasmo, no solamente porque somos y queremos ser, ojalá, un ejemplo exitoso, sino por la forma en que estamos negociando esta paz. Está sentando precedentes. Es la primera vez en la historia que un grupo insurgente como las Farc está dispuesto a entregar las armas y a someterse a la justicia. Eso nunca había pasado (...).


No va a haber impunidad, va a haber desarrollo; lo importante es que va a terminar la guerra, y esos son los puntos que ya están negociados, y falta, en este último tramo, el punto del fin del conflicto y la refrendación (…).


(…) Comenzó a decir: estamos preocupados porque no sabemos bien cuántas zonas se van a negociar, dónde van a quedar esas zonas, cuáles van a ser las reglas de juego de esas zonas, y estamos preocupados porque no vemos claro cómo va a ser el proceso de ensamble. Y no vemos claro cómo se van a elegir los magistrados del tribunal especial.


Y le dije: Profesor, pare ahí un momentico, cuénteme una cosa. Ustedes llevan desde el principio analizando el proceso. Han estudiado todo lo que se ha acordado, que son páginas y páginas de acuerdos. Ya llevamos el 90 por ciento. Dígame: ¿tiene alguna preocupación, alguna crítica, algo que les quite un minuto de sueño a los industriales antioqueños de lo que ya se negoció? Y me miró y me dijo: la verdad no. Lo que ya se negoció está perfecto.


Dije: Ah, bueno, que tenga preocupaciones sobre lo que falta por negociar es válido. Y le voy a explicar qué es lo que falta y cómo se va a negociar y cómo se va a acordar, para que cuando vuelva aquí usted me diga: el 100 por ciento de los acuerdos nos satisface plenamente, porque hemos estudiando el detalle y hasta el último adjetivo de ese acuerdo nos satisface plenamente (…).


¿Qué costo va a tener este acuerdo? El costo económico, tengan la seguridad de que no es un costo económico, es una inversión muy rentable. Siempre será mucho más costosa la guerra que la paz. Y por el contrario, tenemos todos los inversionistas listos a venir a invertir, porque en el momento en que firmemos, dejamos de ser un país oficialmente con conflicto armado.


El primer ministro chino que estuvo aquí, dijo: China quiere invertir allá en los llanos orientales, porque es un potencial enorme, y ustedes pueden ser la despensa del mundo, y nosotros los chinos vamos a necesitar muchos de los alimentos que ustedes van a poder producir.


En la discusión surgió el tema del turismo. Son 140 de chinos que salen todos los años a hacer turismo por el mundo entero. ¿Cuántos vienen a Colombia? 8 mil de 140 millones. Le pregunté: Ministro, ¿por qué no promueve que más chinos vengan a este país que es muy bonito? Ustedes son un país con conflicto armado, entonces no podemos promoverlo.


Hay una cantidad de oportunidades que se abren simplemente con la firma de ese acuerdo.

¿Y qué va a pasar después de que firmemos? Aquí viene lo importante. Falta cuántas zonas. Eso lo vamos a arreglar. ¿Qué tamaño? También lo vamos a arreglar, eso depende en buena medida de qué capacidad tiene Naciones Unidas con toda su gente de verificar y monitorear. ¿Cuánto van a durar estas zonas? También depende del ritmo a que se vayan a desarmar los miembros de las Farc.


Luego viene el tema de la refrendación. Aquí esto sí que es importante. La refrendación debe ser el momento culminante donde el país entero aproveche esa oportunidad, a través del plebiscito, para manifestarse en favor de la construcción de un nuevo país.


A través de la historia, los pueblos, los países que han dado un salto cualitativo en su desarrollo, en su existencia, es porque han aprovechado las oportunidades que se les presentan. Y no se les presentan todos los días. Son oportunidades pocas, que a veces se presentan.


Nosotros, después de 50 o más años de guerra, tenemos la oportunidad de cerrar un capítulo e iniciar otro. Cuando firmemos, firmamos el fin del conflicto, pero ahí se inicia la construcción de la paz, de un nuevo país, de un país con una democracia mucho más fuerte que nos permita tener una paz estable y sobre todo duradera.


Y es ahí donde tenemos que comenzar a trabajar todos, sobre todo en las regiones, porque esta paz no va a ser dirigida desde el centro, no va a ser dirigida desde Bogotá.  Esta paz tiene que ser construida desde las regiones.


Por eso, gobernador, usted me preguntaba el papel de los gobernadores y de los alcaldes y de ustedes, los diputados, va a ser un papel fundamental. Porque es allá donde va a ser realmente esta paz, todo el diseño de los proyectos que van a llevarles a esas zonas, a las zonas del país, todas las zonas del país, una mayor prosperidad.

Son zonas que muchas veces ni siquiera han tenido la presencia del estado en lo más mínimo. Por eso todos los estudios económicos dicen: esas zonas van a crecer al 8, 10, 12, 14 por ciento, cuando vayan la inversión, cuando vayan los bienes públicos, y ahí la oportunidad es inmensa.


Y a veces la gente de las ciudades dice: “A mí que me importa esa paz y esa guerra si a mí no me está tocando”. Para mucha gente que nunca ha sufrido la guerra, le es indiferente. Pero claro que nos toca, claro que nos afecta. Esos cinturones de miseria en las ciudades, aquí en Cúcuta, de desplazados que no encuentran empleo, que no encuentran la satisfacción de necesidades fundamentales, se vuelven un problema para los alcaldes, para la ciudadanía.


Darles la oportunidad, como ya está sucediendo, de que regresen a sus regiones, con oportunidades de restablecer sus vidas en forma digna, eso es algo que va a cambiar el espíritu colombiano. Con apoyo internacional, porque todo el mundo quiere que nosotros tengamos éxito.


Por eso lo que falta, no sé cuándo firmemos, espero que muy pronto, pero esa firma dispara el plebiscito, y ahí ustedes, queridos diputados y diputadas, son fundamentales. Ustedes como soldados de la paz. No los necesito yo, los necesita la paz, porque esta paz no es mía, esta paz no es de mi gobierno, esta paz es de ustedes, de todos los colombianos. Todos tenemos que poner nuestro granito de arena y todos nos vamos a beneficiar.


Por eso la pedagogía para llevarle al pueblo la verdad, no las mentiras que se han venido sembrando. Aquí no le vamos a entregar este país al comunismo, no va a haber impunidad, aquí las Farc van a entregar hasta la última pistola. Por supuesto que sí, de eso se trata.


Aquí no hay acuerdos secretos, porque están diciendo: “Es que Santos acordó con Timochenko tal cosa tal otra”. No hay ningún acuerdo secreto. Que estamos acordando cambios en los ministerios, acordando cambios en nuestras Fuerzas Militares, o que vamos a reducir nuestras Fuerzas Militares o la Policía. Mentiras, todo lo contrario; desde el principio, ustedes recordarán, puse unas líneas rojas. Una de ellas: aquí no se negocian las Fuerzas Militares o la Policía, como lo hicieron en El Salvador, como lo hicieron en Guatemala. Pero aquí no solamente no se negocian, sino que vamos a fortalecerlas, porque las necesitamos. Y muchas de esas unidades, cuántos soldados, cuántos policías no están dedicados a esa guerra, y las vamos a dedicar a proteger a la ciudadanía, a proteger al ciudadano de a pie.


Es mentira, es absolutamente falso, de que les vamos a dar un sueldo a los guerrilleros de 1’800.000 pesos; por supuesto, todos los colombianos que ganan menos, dijeron: “¿Y nosotros qué? Ser bandido entonces paga”. Mentiras. Esos son mentiras que han venido sembrando.


Por ejemplo, que la justicia, dice un importante político, que la justicia transicional equipara, es una humillación a las Fuerzas Militares, a la Policía, con la guerrilla. Mentiras, esa justicia transicional hace todo lo contrario, porque, les explico este detalle, esa justicia, quedó así establecido, presume, o sea punto de partida, que todo lo que ha hecho la guerrilla a través de toda su historia ha sido ilegal. Todo lo que han hecho ha sido contrario a la ley y a la Constitución. Parten de esa premisa para juzgarlos.


A la Fuerza Pública es al contrario. Todo lo que ha hecho la Fuerza Pública se presume legal, porque la Fuerza Pública, nuestros soldados de tierra, mar y aire, nuestros policías, lo que hacen es defender nuestra Constitución y nuestras leyes y por eso son dos polos opuestos.


¿Qué les vamos a dar los mismos beneficios? Sí, porque fue también una promesa mía. Les dije a los soldados, a los policías: No permitiré que al final de este proceso se repita lo que vimos en otras ocasiones, en donde los guerrilleros salen a hacer política y los soldados salen para la cárcel. Eso no lo voy a volver a repetir. Por eso la justicia transicional sí tiene unos beneficios equivalentes, pero dos puntos de partida completamente distintos. (…) La cantidad de falacias y de mentiras que se han dicho sobre el proceso.


Pero lo que les quiero decir a ustedes, queridos diputados y diputadas, es que en los próximos meses, no sé cuántos, pero cuando se firme, apenas se firme, en dos o tres meses se convoca el plebiscito.


Ese plebiscito, si lo aprovechamos todos para manifestarnos a favor de un nuevo país, de una nueva Colombia, y que esa construcción de esa nueva Colombia la escuche el país entero y el mundo entero, con votación abrumadora, va a cambiar la historia de este país. Yo podré irme a la tumba totalmente tranquilo, ustedes también, dejando una Colombia maravillosa, porque somos un país rico, lleno de necesidades, lleno de problemas, pero esta guerra nos ha costado muchísimo más de lo que ustedes se imaginan.


Cantidad de académicos que han venido haciendo los cálculos del costo de esta guerra, y a pesar de esta guerra ahí venimos progresando. Imagínense lo que significaría que ese freno desapareciera. Este país despega con mucha más velocidad y mucha más fortaleza. En empleo, en bienestar, en prosperidad, en tranquilidad. Somos un país acostumbrado a vivir del miedo, y en miedo. Porque hemos nacido, yo, ustedes, vivido, en guerra.


Nos hemos vuelto indiferentes. Los medios de comunicación, que  tengo unas relaciones familiares de vieja data con los medios, se volvieron totalmente indiferentes a las masacres, a los secuestros, a toda la violencia. Estamos como vacunados (…) y ese un costo altísimo para cualquier sociedad.


Parte de la corrupción de este país, aquí está el Secretario de Transparencia de la Presidencia, que hizo un estudio con una serie de académicos, los países en conflicto son países mucho más propensos a la corrupción. Los países en paz tienen muchas más posibilidades de luchar contra la corrupción.


Y se nos abren muchas más oportunidades que nunca nos habríamos imaginado. Y juntos vamos a poder aprovecharlas hacia adelante. Pero tenemos que ganar ese plebiscito y tenemos que ganarlo en forma contundente. Ustedes sí que saben de eso. Por eso como soldados de la paz, lo que les pido es que trabajemos juntos, juguémonosla por ese noble propósito. No hay nada más importante, así ha sido a través de la historia universal, para una sociedad, que vivir en paz. Tenemos esa oportunidad al alcance de nuestras manos. Aprovechémosla, que le vamos a dejar a nuestros hijos un país mucho mejor. Muchas gracias.


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Publicación: 05/05/2016
Modificación: 05/05/2016
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